La catarata es una opacidad del lente natural del ojo, llamado cristalino debido a su transparencia. Aquellos que padecen cataratas podrían sentir que ven a través de una ventana sucia o empañada. No solo produce una disminución en la cantidad de visión, sino también en la calidad de la misma, llevando a que sea más difícil leer, conducir un auto (especialmente de noche) o ver la televisión.
La mayoría de las cataratas progresan lentamente, pero con el tiempo producen un deterioro visual marcado. Incluso en un pequeño grupo de pacientes podrían generar glaucoma agudo, una condición que amenaza gravemente la visión.
La mayoría de las cataratas se desarrollan en personas mayores de 50 años, sin embargo, hay varios factores que podrían hacer que se desarrollen antes, como lo son el ser diabético, haber sufrido algún golpe en el ojo, haber tenido episodios de inflamación ocular, cirugías oculares previas, entre otras.
El paciente puede que al momento del diagnóstico tenga cataratas que no le dificulten demasiado, pero si el deterioro de la visión interfiere en sus actividades habituales, es posible que necesite cirugía de cataratas.
La cirugía de cataratas es una intervención generalmente segura y eficaz. En el mismo momento suele implantarse un lente intraocular que queda de por vida en un saco natural que posee el ojo humano.
Hay distintos tipos de lentes intraoculares, teniendo algunos la capacidad de dar buena visión de lejos o de cerca (monofocal) y otros de lejos y de cerca (multifocales). La mejor opción se evalúa con cada paciente.
Esta cirugía es ambulatoria, requiere habitualmente anestesia local y en algunos casos se operan ambos ojos el mismo día.
Es frecuente que al mes de la cirugía pueda entregarse una receta para anteojos. En algunos casos esto no es posible, pues puede ser necesario realizar otros tratamientos para restaurar la visión.
Si sospechas que tienes cataratas o tienes el diagnóstico, es importante que seas evaluado por un médico oftalmólogo.